Ola de Testimonios en la Universidad

La Agresión Hasta el Cuello

Desde hace unas semanas circula una variedad de testimonios en los grupos de promoción de Sc Po. Por mas poéticas que parezcan algunas, son crudas narraciones sobre agresiones perpetuadas por conocidos o desconocidos; por compañeros de la misma escuela y otros. Por más reconocida y prestigiosa, nuestra universidad no se salva del acoso y con esto no quiero decir que se trata de una excepción a la regla: si bien el dinero maquilla mejor la agresión, la impunidad es general. Esta iniciativa nace entonces del sentimiento de hastío de haberse tragado por tanto tiempo nuestras historias, mientras veíamos tranquilos a nuestros perpetradores con la seguridad de no haber cometido nunca un acto desdeñoso, de todas maneras ‘el violador siempre es otro’. La cantidad astronómica de casos ha generado polémica, y mientras unos se sorprenden por la frecuencia del acoso, otras hemos reaccionado con el mismo sentimiento: a mi también me pasó. Rompiendo el silencio hemos logrado quebrar esta impunidad. Aprovecho para declarar mi admiración y apoyo a TODAS y CADA UNA de las que ha compartido su historia de manera anónima o no: YO SI TE CREO! Que loco haber sentido la empatía de mis amigos. Que abrumador haber compartido nuestras violaciones con mis amigas. Leyendo estos casos, creo que sólo nos ha impulsado a sacar aquello que andábamos reprimiendo. Exhalando nuestras verdades hemos descompuesto nuestra interiorizada vergüenza y humillación. Juntas; creyendo y compartiendo, apoyando y llorando, gracias a las que me rodean por la confianza de compartir.

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Al escribir mi testimonio puse de encabezado: Est-ce un viol? Como si aun dudara de la veracidad del caso. Porque hasta entonces no lo creía, hasta hoy me cuesta decir que fui violada.

Ahora leyendo a Despentes me doy cuenta que la negación de aquel evento es un factor común. Muchas victimas, si no todas, evaden la palabra violación. Y es que al menos a mí me daba rabia identificarme con ella. Me frustraba el haber sido una “victima” y me rehúsaba a que aquello me definiese o marcáse mi vida. Todo por la connotación negativa de aquel adjetivo: hay que dejar de creerse el mito de la caperucita porque no somos ni inocentes ni culpables de lo que nos pasa. Porque los perpetradores no son un lobo desconocido sino probablemente un allegado. Porque victima deberia ser signo de fortaleza y superacion de un evento, que puede o no marcarte, dependiendo de la persona. Que nos haya pasado no nos convierte en martires que deben sufrir el resto de su vida.

Por eso no quiero ni disculpas ni pesares

Sino jodido cambio de mentalidades

Enseñenle tambien a sus hijos

que nos molesta que nos penetren sin permiso

Igual lo supero y se pierde tu misión de machito

Y a mi me toca fortalecerme con otras, siempre en colectivo

Por eso le agradezco a esta iniciativa, por haber sacado de mí lo que había callado durante tantos meses. Y no sólo a mí sino a todxs nostrxs, que habiamos estado luchando contra las repercusiones de aquella vieja herida mal sanada. Solo ahora me doy cuenta de la importancia de liberar la palabra. Y si la justicia no nos va a ayudar entonces ayudémonos entre nosotrxs. No dejemos de hablarlo, ni dejemos que otrxs lo callen. Acompañémonos a los procesos necesarios que pueden necesitar de tiempo y esfuerzo moral. Dejemos de estigmatizarnos, porque no por ser "mojigatas" nos deberían forzar ni por ser "fáciles" nos deberían abusar. La violación si es una estrategia de poder y no debería ser considerada como una banalidad de la sexualidad. Y si el silencio es lo que nos dicta nuestra educación sexual hay que empezar a gritarle a las instituciones que la replican.

@steph.zart