Y... decidí
- Leandra R.
- Oct 1, 2019
- 3 min read
Updated: Nov 3, 2020
Del sueño de un embarazo al embarazo de un sueño.

He pensado esta mañana como portamos un perpetuo estigma por nuestras decisiones y no decisiones. Y es que si hoy yo, con 21 años, aparecería embarazada no creo que recibiría la mejor reacción de parte de mi entorno.
Ya sea que decidiera abortar o conservar el bebé, sería juzgada y es más, es casi seguro que todo el mundo desaprobaría mi decisión con la certeza de que el embarazo ha sido un error.
Por estúpida, descuidada.
Por puta y desatada.
Por disfrutar unos minutos y perjudicar el resto de mi vida.
Y es que con 21 años no estoy todavía en la etapa de tener hijos.
Porque con 21 años todavía no he terminado la carrera y no tengo una base económica asegurada.
Pero sobre todo, porque con 21 años todavía soy a los ojos de la sociedad un ser vulnerable, desorientado, poco maduro y más que incapaz de tomar una decisión adulta.
Primero, me sorprende a que punto hemos encasillado nuestra vida. Como hemos determinado las etapas acorde al tiempo de vida, cuyo desliz ya es causa de perjuicio. Quien sospecharía que con 21 años alguien decida/desee tener hijos?
Aaaah eso si, la regla se aplica solo para aquellas sociedades occidentales. Porque todas esas culturas tradicionalistas, en las que se piensa el embarazo (o ocurre) a edades mas tempranas, es porque no entienden todavía, no? No son modernas, pertenecen al mundo de la antropología, como niños salvajes que merecen ser estudiados y luego integrados a la civilización. No?
Segundo, me da nauseas pensar a que punto hemos privilegiado lo económico por sobre lo humano.
Con 21 años mi estatus poco solvente, poco productivo e incapaz, me obliga a formarme en el sistema para salir a la vida con diploma: burocrática prueba de mi valor y capacidad como individuo.
Hemos llevado esta productividad a dominar nuestra humanidad, en el sentido mas animal de la palabra. Porque un humano, de base, esta hecho para reproducirse y perpetuar la raza en el ámbito ecológico. Además que somos parte de los ciertos mamíferos que son capaces de disfrutar de aquel acto de reproducción, lo que explica la constitución de nuestros órganos sexuales, un proceso tan natural que me sorprende que nos avergüence.
Ahora no me malinterpreten.
Hoy, con 21 años estoy lejos de desear tener hijos, y por ende, hago lo posible para protegerme.
Sin embargo, me desalienta el saber que por si algún desliz de la vida quedara embarazada portaría un estigma social correlacionado con el tamaño de mi panza.
Las miradas y comentarios..
Si solo la decisión de tener un hijo ya parece suficientemente complicada a nivel individual, imagínense la suma del estigma social.
Si fue mi decisión conservarlo, seré clasificada.
Pobre mojigata cuya vida se acaba.
Dile adiós a la juventud y al júbilo de la vida sin responsabilidad familiar.
Chau al goce de ser una mujer joven e independiente.
Si fue un error, por qué no podría guardar la wawa? tal vez sin tanto miedo. Tal vez hasta lo quiera, pero es que nunca seré tomada en serio.
Y aquí es donde me doy cuenta que mis decisiones no me pertenecen. No solo me confronto a mi contexto, a mi clase social y económica sino que me carga un estigma que descansa desactivado en el sangrado de mis óvulos.
No quiero tener un hijo pero no necesito ser clasificada por ello.
No quisiera nunca abortar, pero quisiera contar con el apoyo de mi contexto para que al menos duela menos el alma, que de hecho ya se me quiebra al pensar en esto.
Me gusta tener sexo, pero no siento que eso me determine, no por un presente de puta, ni por un futuro de descuidada.
No me infantilicen y déjenme disfrutar sin tener en mente el permanente que dirán.
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